como ese gran pintor que rompió su paleta y, volviéndose hacia su esposa, le dijo: «Mis días como pintor han terminado; puesto que me he satisfecho a mí mismo y estoy seguro de que mi inspiración me ha abandonado». Aunque pudiera alcanzar alguna otra perfección, estoy convencido de que quien piensa que su oratoria es ya perfecta confunde la locuacidad con la elocuencia y la verbosidad con la argumentación. Por mucho que sepan, no podrán ser ministros verdaderamente eficientes si no son «aptos para
Page 355